martes, 10 de diciembre de 2013

Barefoot running: ¿Locura o genialidad?



El concepto de barefoot running es relativamente nuevo, pero es posiblemente la forma de actividad física más antigua de la humanidad.
Nuestros antepasados corrían detrás de la cena durante horas, incluso días, esperando la fatiga del afortunado animal. Pero para su desdicha, no disponían de unas Asics Gel-Nimbus 13 ni de unas Adidas Supernova Sequence 4 para dar una buena amortiguación y estabilidad a su pisada. ¿O si?
El barefoot running o correr con los pies descalzos, es una actividad que poco a poco ha logrado hacerse un hueco entre los corredores populares. Su éxito se cimienta en la vuelta a los orígenes, el contacto directo con el suelo que pisamos y dejar de lado la supuesta artificialidad de la pisada cuando utilizamos las zapatillas convencionales. 
Pero lo que la mayoría de desconocedores de esta modalidad nos preguntamos es: ¿Qué beneficios y qué desventajas conlleva la carrera a pie descalzo?
Y es que hasta hace bien poco el hombre deambulaba por las calles con apenas amortiguación ni protección en los pies. Hoy en día el 99% de las zapatillas que encontramos en el mercado poseen modificaciones en su suela y forma que la hacen alejarse mucho de “lo natural”. Tacones masculinos en los zapatos, plataformas de varios dedos de altura, tanto en el antepié como en el retropié, formas cónicas de las puntas de los zapatos (aprisionando los dedos viciándolos hacia la tercera falange y dándole forma de punta de flecha), y no podemos dejar de lado los taconazos. Agujas que pueden superar los 30 centímetros de altura y que son la única base de apoyo para el talón.
Pero nosotros nos vamos a centrar, volviendo al tema que nos atañe, a las zapatillas de running.
Las principales marcas de zapatillas gastan millones de euros en I+D para crear superzapatillas que nos hagan volar, que nos den una gran estabilidad, o que rectifiquen nuestra tendencia a la pisada pronadora o supinadora.
Por este motivo, quizá la frase “correr es el deporte más barato” pierda un poco de sentido si atendemos a los precios ¿abusivos? que marca el mercado para estos productos. Podemos encontrar zapatillas baratas en las grandes superficies comerciales, pero siempre está la duda: ¿me hará daño al pie?.
Por este motivo, correr descalzo eleva esta frase a su máximo, ya que aquello que anteriormente veíamos fundamental a la hora de practicar nuestro deporte favorito, parece que pierde importancia: las zapatillas.

¿Qué ventajas tiene el barefoot running frente a su hermano calzado?

Los defensores de esta modalidad defienden que el calzado modifica el ángulo de pisada natural del pie (que tiende a 0º), alterando para compensar esta desviación la alineación de rodillas y cadera con respecto al suelo.
También se defiende una mayor implicación muscular de la musculatura intrínseca del pie, que trabaja para amortiguar los impactos que éste recibe durante la carrera, proporcionando al barefoot un carácter de ejercicio más completo.
Por último, el punto fuerte de la defensa del running descalzo se centra en la economía de carrera que produce una técnica basada en la recepción del impacto contra el suelo con el antepie, lo que evita estrés mecánico que produce una fase de apoyo iniciada con el talón, ya que se produce un frenazo que hace disminuir ligeramente la velocidad de carrera. Pese a que el VO2max disminuye ligeramente con esta técnica (Hanson 2011), la diferencia no se considera significativa, pero sí el grado de esfuerzo percibido, con casi un punto de diferencia en la escala de Borg.
Warburton (2001) relaciona el barefoot con una disminución del riesgo de sufrir fascitis plantar y otras lesiones crónicas de las extremidades inferiores. También encuentra diferencias en el VO2max, las cuales sólo son significativas para deportistas de alto rendimiento.

¿Cuáles son los inconvenientes de esta modalidad?

Nuestros pies están acostumbrados a tener una capa protectora que les evite la agresión de agentes externos. Corriendo descalzo cualquier mínima irregularidad en el terreno provocará lesiones (mayores o menores) en el pie.
La piel necesitará mucho tiempo para curtirse y poder proteger el pie de estas pequeñas amenazas, pero mientras, nadie evitará pequeños cortes o hematomas.
Las ampollas serán parte fundamental de nuestro día a día si corremos sin zapatillas, sobre todo en los inicios.
Pueden aparecer dolores en el tendón de Aquiles y en los gemelos, éstos últimos debido a un mayor estiramiento durante su fase de trabajo.
Por otro lado, el pie también se verá indefenso frente a las malas condiciones meteorológicas.
Por último, saliendo a correr sin zapatillas nos enfrentamos al enemigo más odioso, el ser humano. Hasta que llegue la normalización de esta práctica, habrá que tomarse con calma las risas y miradas atónitas de los runners o viandantes que nos crucemos en nuestro camino.


Resumiendo, la práctica del barefoot running puede proporcionarnos una carrera menos lesiva y ligeramente más económica si se realiza con una técnica correcta, pero no olvidemos que la clave de nuestro progreso no está en ir descalzo o con zapatillas. Cada uno tiene sus pros y sus contras, pero lo más importante de todo es tener una buena técnica que se adapte a nuestras características biomecánicas y que evite así que caigamos en lesiones inducidas por malos hábitos que podemos cambiar fácilmente. 



1. Hanson, N. J., Berg, K., Deka, P., Meendering, J. R., & Ryan, C. (2011). Oxygen cost of running barefoot vs. running shod. International journal of sports medicine32(6), 401.

2. Warburton, M. (2001). Barefoot running. Sportscience5(3), 1-4.

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