El concepto de barefoot running es relativamente nuevo, pero
es posiblemente la forma de actividad física más antigua de la humanidad.
Nuestros antepasados corrían detrás de la cena durante
horas, incluso días, esperando la fatiga del afortunado animal. Pero para su
desdicha, no disponían de unas Asics Gel-Nimbus 13 ni de unas Adidas Supernova Sequence
4 para dar una buena amortiguación y estabilidad a su pisada. ¿O si?
El barefoot running o correr con los pies descalzos, es una
actividad que poco a poco ha logrado hacerse un hueco entre los corredores
populares. Su éxito se cimienta en la vuelta a los orígenes, el contacto directo
con el suelo que pisamos y dejar de lado la supuesta artificialidad de la
pisada cuando utilizamos las zapatillas convencionales.
Pero lo que la mayoría
de desconocedores de esta modalidad nos preguntamos es: ¿Qué beneficios y qué
desventajas conlleva la carrera a pie descalzo?
Y es que hasta hace bien poco el hombre deambulaba por las
calles con apenas amortiguación ni protección en los pies. Hoy en día el 99% de
las zapatillas que encontramos en el mercado poseen modificaciones en su suela
y forma que la hacen alejarse mucho de “lo natural”. Tacones masculinos en los
zapatos, plataformas de varios dedos de altura, tanto en el antepié como en el
retropié, formas cónicas de las puntas de los zapatos (aprisionando los dedos viciándolos hacia la tercera falange y dándole forma de punta de flecha), y no podemos
dejar de lado los taconazos. Agujas que pueden superar los 30 centímetros de
altura y que son la única base de apoyo para el talón.
Pero nosotros nos vamos a centrar, volviendo al tema que nos
atañe, a las zapatillas de running.
Las principales marcas de zapatillas gastan millones de
euros en I+D para crear superzapatillas que nos hagan volar, que nos den una
gran estabilidad, o que rectifiquen nuestra tendencia a la pisada pronadora o
supinadora.
Por este motivo, quizá la frase “correr es el deporte más
barato” pierda un poco de sentido si atendemos a los precios ¿abusivos? que marca
el mercado para estos productos. Podemos encontrar zapatillas baratas en las
grandes superficies comerciales, pero siempre está la duda: ¿me hará daño al
pie?.
Por este motivo, correr descalzo eleva esta frase a su
máximo, ya que aquello que anteriormente veíamos fundamental a la hora de
practicar nuestro deporte favorito, parece que pierde importancia: las
zapatillas.
¿Qué ventajas tiene el barefoot running frente a su hermano calzado?
Los defensores de esta modalidad defienden que el calzado
modifica el ángulo de pisada natural del pie (que tiende a 0º), alterando para
compensar esta desviación la alineación de rodillas y cadera con respecto al
suelo.
También se defiende una mayor implicación muscular de la
musculatura intrínseca del pie, que trabaja para amortiguar los impactos que
éste recibe durante la carrera, proporcionando al barefoot un carácter de
ejercicio más completo.
Por último, el punto fuerte de la defensa del running
descalzo se centra en la economía de carrera que produce una técnica basada en
la recepción del impacto contra el suelo con el antepie, lo que evita estrés
mecánico que produce una fase de apoyo iniciada con el talón, ya que se produce
un frenazo que hace disminuir ligeramente la velocidad de carrera. Pese a que
el VO2max disminuye ligeramente con esta técnica (Hanson 2011), la
diferencia no se considera significativa, pero sí el grado de esfuerzo
percibido, con casi un punto de diferencia en la escala de Borg.
Warburton (2001) relaciona el barefoot con una disminución del
riesgo de sufrir fascitis plantar y otras lesiones crónicas de las extremidades
inferiores. También encuentra diferencias en el VO2max, las cuales
sólo son significativas para deportistas de alto rendimiento.
¿Cuáles son los inconvenientes de esta modalidad?
Nuestros pies están acostumbrados a tener una capa
protectora que les evite la agresión de agentes externos. Corriendo descalzo
cualquier mínima irregularidad en el terreno provocará lesiones (mayores o
menores) en el pie.
La piel necesitará mucho tiempo para curtirse y poder
proteger el pie de estas pequeñas amenazas, pero mientras, nadie evitará
pequeños cortes o hematomas.
Las ampollas serán parte fundamental de nuestro día a día si
corremos sin zapatillas, sobre todo en los inicios.
Pueden aparecer dolores en el tendón de Aquiles y en los
gemelos, éstos últimos debido a un mayor estiramiento durante su fase de
trabajo.
Por otro lado, el pie también se verá indefenso frente a las
malas condiciones meteorológicas.
Por último, saliendo a correr sin zapatillas nos enfrentamos
al enemigo más odioso, el ser humano. Hasta que llegue la normalización de esta
práctica, habrá que tomarse con calma las risas y miradas atónitas de los
runners o viandantes que nos crucemos en nuestro camino.
Resumiendo, la práctica del barefoot running puede
proporcionarnos una carrera menos lesiva y ligeramente más económica si se
realiza con una técnica correcta, pero no olvidemos que la clave de nuestro
progreso no está en ir descalzo o con zapatillas. Cada uno tiene sus pros y sus
contras, pero lo más importante de todo es tener una buena técnica que se
adapte a nuestras características biomecánicas y que evite así que caigamos en
lesiones inducidas por malos hábitos que podemos cambiar fácilmente.
1. Hanson, N. J., Berg, K., Deka, P., Meendering, J. R., & Ryan, C. (2011). Oxygen cost of running barefoot vs. running shod. International journal of sports medicine, 32(6), 401.
2. Warburton, M. (2001). Barefoot running. Sportscience, 5(3), 1-4.
No hay comentarios:
Publicar un comentario